El anarquismo es un movimiento político de izquierda que se originó en Europa a mediados del siglo XIX. Su principal objetivo es combatir el capitalismo y las estructuras de poder jerárquicas, promoviendo la autogestión y la igualdad social. En Argentina, el anarquismo tuvo una fuerte presencia en el movimiento obrero a principios del siglo XX, donde se destacó por sus acciones directas y su lucha por los derechos laborales y la igualdad de género.
¿Qué proponían los anarquistas?
Los anarquistas buscaban la destrucción del sistema capitalista y todas sus estructuras jerárquicas. Su crítica se extendía a toda forma de opresión, tanto del Estado como de las instituciones religiosas y patriarcales. Su lema más famoso era sin dios, ni patria, ni amo. Para lograr este cambio radical, algunos anarquistas creían en la acción individual, mientras que otros buscaban la intervención colectiva organizada. Sus métodos variaban desde acciones directas, como el lanzamiento de bombas, hasta la acumulación de poder a través de la organización.
La inserción del anarquismo en Argentina
El anarquismo tuvo una gran aceptación en Argentina debido a la inmigración masiva que ocurrió a fines del siglo XIX y comienzos del XX. Los anarquistas se destacaron por su intensa vida política y su inserción territorial. Fundaron bibliotecas populares, teatros y periódicos obreros en varios idiomas. Además, lucharon por los derechos laborales, denunciaron la explotación de las mujeres y promovieron la igualdad de género.
El anarquismo se convirtió en la corriente hegemónica dentro del movimiento obrero argentino, en términos ideológicos y políticos. Esto llevó a la fundación de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) en 1901, que fue precursora de la Confederación General del Trabajo (CGT) que se formó en los años 30 con una ideología diferente.
La represión y el fin del anarquismo en Argentina
A mediados de la década de 1910, el anarquismo comenzó a decaer en Argentina. Esto se debió a la implementación de las leyes de Defensa y de Residencia, que permitían la detención y deportación de cualquier persona considerada peligrosa para el orden establecido. Estas leyes fueron utilizadas para perseguir y eliminar a los militantes anarquistas. Además, hubo una fuerte represión policial y la acción de grupos de derecha, como la Liga Patriótica, que persetutorialn y asesinaban sistemáticamente a los anarquistas.
Otro factor que contribuyó al fin del anarquismo en Argentina fue la Ley Sáenz Peña, aprobada en 1912, que estableció el voto obligatorio y universal para los hombres mayores de 18 años. Esto permitió que los socialistas y comunistas se integraran al sistema político a través de partidos y elecciones, mientras que los anarquistas quedaron excluidos. A partir de los años 30, el anarquismo se convirtió en una corriente marginal en Argentina.
Los anarquistas en los años 90
En los años 90, mientras en Italia se vivía la persecución de los militantes anarquistas, en Argentina el anarquismo tuvo poca intervención. Aunque surgieron movimientos de resistencia al neoliberalismo, como los piqueteros, los anarquistas no tuvieron una estrategia de intervención en el movimiento obrero. Sin embargo, en esta época el anarquismo comenzó a ser valorado como objeto de estudio académico y como un corpus de ideas pedagógico.
El anarquismo tuvo una fuerte presencia en el movimiento obrero argentino a principios del siglo XX, luchando por los derechos laborales y la igualdad de género. Sin embargo, la represión, la competencia de otras corrientes políticas y los avances en materia laboral llevaron al fin del anarquismo como movimiento hegemónico en Argentina. Aunque actualmente el anarquismo es una corriente marginal, sigue siendo objeto de estudio y valoración en el ámbito académico.